Sobre las evaluaciones de Física en el Uruguay de hoy.

Publicado: 8 julio 2013 en Debate, Enseñanza de la Física

La necesidad de (re) escribir este post, (escribí uno en otro blog) surgió al volver de la mesa de examen del colegio donde trabajo. Pensé (otra vez) que el reglamento de exámenes es tan contraproducente, tan ptolomeico, que era necesario incluirlo en la serie sobre los criterios de rediseño curricular. Como ya había escrito los seis (y había dicho que iban a ser 6), no quise “desarmar” la simetría, de un número bellamente divisible como el 6. De todos modos, tómese esto como un anexo de los anteriores, aunque el título sea distinto. Hay aspectos del reglamento, que sólo dependen de los cursos de Física, así que, aquí va mi opinión (otra vez):

La función primera que tiene un sistema de calificaciones para los alumnos que están asistiendo a un curso con evaluación es informar. Informarlos a ellos, mediante las calificaciones, de cuál es la percepción del docente sobre su desempeño, y, en el caso de los boletines, informar a los padres.

El reglamento de evaluación. El reglamento actual de evaluación de bachillerato es una mezcla descuidada de la tradición de evaluación con exámenes y la idea de la importancia del proceso de trabajo del estudiante. Esa mezcla inconveniente nunca ha resuelto el rol del examen final en estos cursos. Hoy por hoy, un estudiante de Física puede obtener -en el año- un 7 de calificación final en 5to año para promover. Si no, debe dar examen. Y el examen -reglamentariamente- lo salva con 5 (que en la escala del año, es explícitamente una nota no suficiente). Si hasta acá le parece entreverado y contradictorio, imagínese si se entera que para 4to, la nota de exoneración es 6, y en 6to es 8. Parche sobre parche ha hecho de este reglamento algo contraproducente.

Hasta acá lo referente al reglamento general. En los exámenes de Física hay diferentes categorías, y tiempos de examen, que en la práctica, solo lleva a enredos.Veamos algunos

1- Un alumno puede ir a examen en tres tipos de categorías distintas (B, C y D) Si es de 5to, Cat. C ó D, tiene dos pruebas (una teórica y otra práctica). La prueba teórica (resolución de ejercicios) dura 2 horas y la práctica (sobre los experimentos) dura 1 hora. Para aprobar (con 5), el alumno puede obtener una nota de 3 en el teórico (y luego por ejemplo una de 7 en el práctico). Es decir, que aprueba con un 25% de respuestas correctas en la resolución de ejercicios (de lo que se nos reirían en cualquier parte del mundo, donde los aceptables rondan el 65% de respuestas correctas). Y después se debe promediar la calificación de lo respondido en 2 horas con lo respondido en 1 hora. A todas luces, incongruente.

2- Si el alumno va categoría B, debe dar un oral de 15 minutos. Pero hay liceos donde se deben tomar mas de cien orales (100×15 =1500 min, lo que equivale a profesores tomando 25 horas corridas de exámenes). Ante este reglamento delirante, se estableció que para categoría B se pueden poner preguntas por escrito, para responder en un lapso breve (supongamos, 15 min). ¿Entonces para que se mantiene la norma del oral si es impracticable?

Estos son sólo dos ejemplos, pero alcanza para pensar urgentemente en un rediseño.

Una de las características que debe tener un sistema de evaluación es la claridad. Las reglas de juego deben ser claras (y lógicas) para todos, porque de esa manera aumentan las garantías de ecuanimidad en la evaluación. Se necesita urgentemente una simplificación en las reglas de evaluación. Propongo algunas ideas

1- Los exámenes deben ser todos escritos, (elminando la distinción entre categorías). Si me apuran, ni siquiera entre reglamentados y libres. Dos horas es un tiempo adecuado (internacionalmente la prueba PISA para alumnos de 15 años es de 1 hora y media, por lo que dos horas para alumnos un poco más grandes parece razonable). Si el estudiante fue a examen, es porque no alcanzó las metas del curso, y si las alcanzó, que el docente ponga calificaciones de aprobación.

2- Debe ser escrito porque, además de ser una herramienta razonablemente aplicable, es donde hay más investigaciones didácticas (porque en el mundo es la herramienta más usada) No así el oral, en que los profesores uruguayos deberíamos empezar por diferenciar entre la pregunta, la “ayuda” o “dar la clase” en el momento de preguntar.

3- Habiendo suficientes investigaciones didácticas sobre las evaluaciones escritas, se puede perseguir la meta de afinar cada vez más los instrumentos. Permite instrumentos variados. Y es una meta posible, y alcanzable a mediano plazo.

4- El temario del examen, lo debe definir la Sala del Liceo. Una vez por año, a fin de año, y vale para todos los estudiantes que deban rendir exámen en ese período, y los siguientes, hasta el fin del año siguiente. Inclusive para alumnos que vienen de otros institutos.

5- Las correcciones por escrito, son siempre más transparentes que las de un oral. La ecuanimidad se empieza a perder luego de tomar una serie de orales (efecto investigado, basta leer cualquier libro serio de evaluación).

Esta simplificación es URGENTE.

comentarios
  1. Cristina Araíjo dice:

    Más claro, imposible. Apoyado.

  2. guzmán dice:

    Una vez más, gracias a Alejandro por pensar y compartir. Algunos aportes: es importante destacar que el examen final tenía las garantías de un tribunal: ahora yo solo, en un cuarto, decido si un alumno es categoría A sin que nadie me controle. Entiendo que el plan anterior obligaba a los buenos alumnos a rendir gran cantidad de exámenes pero el actual produjo un «efecto burbuja» donde mágicamente nuestros alumnos tienen porcentajes de rendimiento más altos con respecto al plan anterior. Es, por lo menos, sospechoso.
    También es cierto que se suponía que los parciales serían elaborados por la sala de la asignatura y hasta se llegó a hablar de corrección conjunta, pero no sucede. y, por último, de los orales no existe registro fehaciente a diferencia de lo escrito.

    • aparrella dice:

      Gracias Guzmán por tomarte el tiempo para comentar.
      Es cierto que un tribunal mejora las garantías sobre la evaluación de los estudiantes, pero por otro lado, siento que eso se argumenta para los alumnos mas grandes. No se pone en tela de juicio que un maestro o un profesor de ciclo básico sea el que defina la promoción o no del estudiante.
      Me da la impresión que por pocos (soy un convencido que son muy pocos) casos de profesores arbitrarios (por exceso y por defecto!) nos aferramos al examen para aumentar las garantías. Y hay otros efectos no tan positivos que tiene el examen final como instrumento de evaluación, que tendemos a olvidar.
      Entonces pendulamos entre «examen SI, examen NO». Gustavo Klein le llama «el muerto viviente». Como colectivo (más allá de los profes de Física) nos debemos una discusión mucho más profunda, y además continua. Algunos colectivos de alumnos, sobre todo los que se proyectan a estudios terciarios, reclaman la «vuelta al examen final». Sería interesante escuchar sus opiniones y dejar de armar reglamentos únicamente por inspiraciones personales.
      Un abrazo, y gracias por comentar!

Replica a aparrella Cancelar la respuesta